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¿Puede RD convertirse en el próximo hub de nearshoring del Caribe?

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Isael Valdez

Periodista y analista de marketing de la ABA

El mundo está viviendo una reconfiguración silenciosa pero profunda en sus cadenas de suministro. Tras los impactos de la pandemia del COVID-19, la guerra comercial entre China y Estados Unidos y múltiples disrupciones logísticas globales, las empresas comenzaron a repensar dónde y cómo producir. En ese contexto emergen dos conceptos estratégicos: nearshoring, el traslado de operaciones a países cercanos al mercado de consumo final, y friendshoring, que prioriza relocalizar la producción en naciones aliadas política y comercialmente.

Con esta tendencia global, América Latina y el Caribe comenzaron a perfilarse como receptores potenciales de inversión y relocalización. En 2022, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que el nearshoring podría generar hasta US$78,000 millones adicionales en exportaciones anuales para la región. La República Dominicana, por su posición geográfica y base exportadora, aparece frecuentemente entre los países con mayor potencial para capitalizar esta ola.

Este potencial ha sido reconocido por el presidente Luis Abinader, quien ha dicho públicamente que, con su estabilidad macroeconómica y una ubicación geoestratégica, la República Dominicana se está consolidando como un destino primordial para la relocalización de empresas estadounidenses.

De oportunidades a realidad

La República Dominicana cuenta con varias ventajas estructurales que la posicionan como un destino atractivo para el nearshoring en el Caribe:

  • Ubicación geográfica estratégica, por su cercanía a Estados Unidos.
  • Tratados de libre comercio, como el DR-CAFTA, que otorga acceso al mercado estadounidense mediante la reducción o eliminación de aranceles.
  • Infraestructura en zonas francas y puertos, respaldada por el crecimiento económico y el clima de inversión.

A esto se suma una trayectoria en manufactura de exportación, especialmente en dispositivos médicos, textiles y componentes eléctricos, que confiere al país una base probada sobre la que construir.

Pero más allá del potencial, ya comienzan a vislumbrarse signos concretos de avance, especialmente durante el último año, cuando las exportaciones y la inversión extranjera directa (IED) han mostrado un impulso más sostenido.

Evidencias del nearshoring

Un estudio regional publicado a mediados de 2024 por la firma Deloitte señala que, aunque la evidencia general de nearshoring en Centroamérica aún es limitada, países como la República Dominicana están colaborando con Estados Unidos en proyectos estratégicos, como el desarrollo de la cadena de valor de semiconductores, lo que encaja dentro del friendshoring.

Uno de los pasos más firmes en esa dirección es la elaboración del borrador de la Estrategia Nacional de Fomento a la Industria de Semiconductores (Enfis), por parte del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM), a partir del Decreto No. 324-24.

Además, los datos de cierre de 2024 destacan el liderazgo del país en atracción de inversión extranjera directa (IED), con US$4,512 millones captados, un incremento de 2.8 % respecto a la cifra de 2023.

Desde otra perspectiva, el Banco de Pagos Internacionales (BIS), en su boletín de octubre de 2024, aporta una mirada cuantitativa: según su análisis, la República Dominicana es uno de los pocos países de América que ha aumentado su cuota en las importaciones que realiza Estados Unidos en los últimos siete años. De hecho, señala que el país ha ganado un 9% adicional de participación, frente a lo que se habría proyectado sin los efectos de la guerra comercial con China en el primer gobierno de Trump. Esto lo coloca junto a Costa Rica y Panamá como uno de los beneficiarios reales del fenómeno.

Este dato es relevante porque, como aclara el BIS, el crecimiento bruto de exportaciones no basta para hablar de nearshoring: la clave es ganar participación relativa en el mercado estadounidense frente a otras naciones proveedoras.

Obstáculos comunes en América Latina, según informe del BIS

  • Baja productividad
  • Infraestructura insuficiente
  • Capital humano limitado
  • Altos niveles de crimen y corrupción

Aranceles de Trump: un nuevo escenario en construcción

El escenario del comercio global, sin embargo, está lejos de ser estático. Con la reciente entrada en vigor de un arancel recíproco del 10% a los bienes importados desde la República Dominicana, se abre un nuevo capítulo de retos para la relación comercial con Estados Unidos.

Para la República Dominicana, que envía más del 50% de sus exportaciones a ese país, este anuncio abre incógnitas. ¿Podría una medida así erosionar su competitividad relativa frente a competidores en Asia? Todavía no hay respuestas claras, pero sí una señal de volatilidad en el contexto de la globalización.

Oportunidades reales, pero con cambios pendientes

La República Dominicana tiene las condiciones para consolidarse como un hub industrial del Caribe. La infraestructura está, aunque es un punto de mejora en comparación con la competencia asiática; la inversión está llegando y las exportaciones hacia Estados Unidos continúan creciendo. Además, el país ya figura entre los pocos en la región con un indicio de realineación comercial, que puede estar asociado a estrategias como nearshoring o friendshoring.

Sin embargo, las oportunidades no se convierten automáticamente en resultados. Acelerar la inversión en formación técnica, fortalecer la logística interna y diversificar los sectores exportadores serán importantes para escalar.

Y aunque los datos invitan al optimismo, la imposición de medidas arancelarias por parte de la administración Trump revela un escenario incierto sobre la dirección futura del comercio internacional y, de paso, del nearshoring.

Este artículo pertenece a la Revista ABANCE