La sostenibilidad dejó de ser un concepto aspiracional para convertirse en un eje estratégico del desarrollo empresarial en la República Dominicana. Así lo dejaron claro los líderes del sector privado que participaron en el panel “El nuevo ADN empresarial: cómo las decisiones financieras basadas en ESG aseguran el crecimiento y la resiliencia”, celebrado en el marco del III Congreso Latinoamericano de Banca Sostenible e Inclusiva, organizado por la Asociación de Bancos Múltiples de la República Dominicana (ABA) y la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban).
Este espacio reunió voces representativas del empresariado dominicano: Juana Barceló, presidenta de Barrick Pueblo Viejo; César Dargam, vicepresidente ejecutivo del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP); Rafael Izquierdo, presidente del Grupo Universal; y Mariel Bera, vicepresidenta de Comunicaciones Corporativas y Banca Responsable del Banco Popular Dominicano.
Desde una visión multisectorial, el panel mostró cómo los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) han dejado de ser exclusivos de grandes empresas transnacionales para permear progresivamente en industrias con retos complejos, como la minería, y también en las mipymes, que constituyen el 62% del empleo formal en el país.
La intervención de Juana Barceló permitió desmontar prejuicios sobre la incompatibilidad entre la industria extractiva y la sostenibilidad. Como presidenta de Barrick Pueblo Viejo y del Comité de Desarrollo Sostenible del CONEP, Barceló destacó que en República Dominicana el avance en sostenibilidad ha sido liderado mayormente por la voluntad empresarial, sin un marco regulatorio estricto como en otros países de la región.
“La sostenibilidad está integrada en nuestro plan de negocio. Cada año definimos metas alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), escuchamos a las comunidades y trabajamos para generar un impacto que trascienda la vida útil de la mina”, explicó Barceló, resaltando iniciativas como los comités de desarrollo comunitario, inversiones en educación, salud y proyectos productivos autosostenibles.
Además, destacó avances concretos como la reducción de emisiones, el tratamiento del agua y el rescate de especies en peligro de extinción, como parte de un enfoque empresarial que busca generar valor económico y social. Según Barceló, el desarrollo generado en las provincias donde opera la empresa ha sido tal que se evidencia incluso en el crecimiento del ecosistema financiero local.
Mipymes y alianzas: el gran reto
Desde el ámbito gremial, César Dargam, vicepresidente ejecutivo del CONEP, reconoció el esfuerzo de la ABA en promover una banca más inclusiva y comprometida con el desarrollo sostenible. Dargam llamó la atención sobre la necesidad de crear marcos de referencia y políticas públicas que escalen las buenas prácticas de sostenibilidad hacia las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), responsables del 32% del PIB nacional.
La sostenibilidad, explicó, debe estar integrada al plan estratégico, no como un área aislada, sino como un eje de crecimiento. En ese sentido, Mariel Bera, vicepresidenta del Banco Popular Dominicano puntualizó que desde la institución que representa “firmamos en 2019 los Principios de Banca Responsable, y desde entonces trabajamos en hacer estos criterios transversales en toda la organización”. En su visión, el reto no es solo mitigar impactos, sino acompañar a los clientes como asesores estratégicos. “No se trata de poner más papeles, sino de ayudarlos a operar con resiliencia a largo plazo”.
Para Bera, “las mipymes necesitan financiamiento, pero también acompañamiento. Necesitamos alinear instrumentos de política, crear alianzas público-privadas efectivas y reconocer que el nuevo ADN empresarial pasa por integrar la sostenibilidad como parte del modelo de negocio desde el inicio”.
Aun así, Dargam enfatizó que muchas mipymes ya operan con principios sostenibles sin siquiera saberlo, y que el rol del CONEP ha sido acompañar ese proceso, generar espacios de formación y conectar oportunidades para su crecimiento competitivo.
Finanzas sostenibles
La representante del Banco Popular compartió cómo desde el sistema financiero se impulsa un cambio estructural al promover productos de finanzas sostenibles, que priorizan proyectos con impacto ambiental y social positivo. “La banca puede ser un gran catalizador del desarrollo sostenible, no solo financiando, sino también educando al cliente y orientando decisiones responsables”, afirmó Bera.
También destacó que una banca responsable no se limita a métricas de riesgo o rentabilidad, sino que evalúa el impacto a largo plazo de las decisiones financieras, promoviendo la resiliencia de los negocios y las comunidades. Explicó que existe una demanda creciente —por ejemplo, en energía renovable— que exige productos financieros a la altura, como los bonos verdes y bonos sostenibles. “Estos instrumentos representan una innovación importante, pero requieren convencimiento desde la alta gerencia y una cultura institucional transformadora”, indicó Bera. Asimismo, subrayó la importancia de fomentar la transparencia, la inclusión financiera y la innovación tecnológica como parte del nuevo modelo bancario.
El poder del ejemplo
Cerrando el panel, Rafael Izquierdo, del Grupo Universal, enfatizó que lo esencial es que cada empresa, desde su realidad y sector, asuma compromisos reales con la sostenibilidad. “Esto no va de marketing o de una moda empresarial, sino de tomar decisiones coherentes, medibles y transformadoras”, dijo.
Desde el sector asegurador, compartió tres aprendizajes clave en la incorporación de ESG: visión a largo plazo, uso de tecnología para mejorar modelos predictivos y adaptación continua. “La relación futura entre aseguradoras y clientes será más colaborativa. Hay riesgos que el seguro no podrá cubrir si no trabajamos juntos en la mitigación”, advirtió.
En ese sentido, señaló que uno de los mayores retos que persisten es lograr que las áreas financieras de las empresas dejen de ver los criterios ESG como elementos externos o burocráticos. “Tenemos que seguir educando. No solo internamente —con nuestros consejos de administración, empleados—, sino también a nuestros clientes. Que entiendan que esto no complica, sino que permite identificar riesgos y crear planes de acción para oportunidades de negocio”, apuntó.
La banca, según Bera, no solo puede ser intermediaria de capital, sino también agente formador. De ahí que integrar los nuevos estándares de sostenibilidad requiera tanto pedagogía como liderazgo estratégico.
Izquierdo agregó cómo el cambio climático obliga a rehacer modelos actuariales, y destacó que las empresas deben dar herramientas a sus clientes para que sean más resilientes. “En seguros, no solo hablamos de proteger bienes, sino de preparar a las personas para los cambios radicales que ya estamos viviendo”, afirmó.
En ese sentido, fue enfático al afirmar que la sostenibilidad está directamente relacionada con la capacidad del país para atraer inversión de largo plazo. Y para lograrlo, se necesita una sola cosa: confianza.
“El impacto de República Dominicana en el cambio climático global es bajo, pero somos uno de los diez países más afectados por sus consecuencias”, recordó. Ante esta paradoja, dijo que el país necesita construir marcos regulatorios coherentes y mecanismos resilientes que aseguren no solo la mitigación, sino también la recuperación frente a eventos extremos.
Izquierdo instó a mirar los desastres naturales en la región como lecciones duras que exigen preparación. “No se trata solo de evitar daños inevitables, sino de tener la capacidad para recuperarnos rápido. Solo así los capitales vendrán y se quedarán”, afirmó.
El testimonio compartido por estos líderes demuestra que el empresariado dominicano está atravesando un proceso de madurez, donde la sostenibilidad y la inclusión se posicionan como nuevas palancas del crecimiento y la resiliencia.