En aras de acercar las finanzas públicas al equilibrio necesario del cual se habían alejado en los últimos años, el nuevo gobierno que se inauguró en 2012 se vio precisado a recurrir a una serie de medidas de ajuste fiscal, entre las cuales una de las más rechazadas ha sido la que grava el producto del ahorro depositado en las entidades de intermediación financiera.
Visto desde la banca, la Asociación de Bancos Comerciales (ABA) del país recién rechazó de nuevo dicha medida, alegando que el ahorro dominicano “presenta una tendencia de decrecimiento en los últimos 10 años”.
La ABA aboga por medidas que lejos de desincentivar el ahorro contribuyan a su fortalecimiento, como fórmula para abaratar el crédito y permitir al país depender menos del crédito extranjero, que en economía no es más que el traslado del ahorro de un país a otro por vía del préstamo.
Pero también hay que ver este gravamen desde el punto de vista del ahorrante, que se divide en dos grandes grupos. El primero es el corporativo, que ahorra posponiendo una inversión o gasto, hasta completar los niveles de acumulación requeridos.
Cuando dicha inversión o gasto es realizado, el mismo tributa por medio de los diferentes mecanismos tributarios existentes, sean ITEBS, Aduanas, Rentas Internas o el que aplique.
El otro grupo, el del ahorrante individual, es el que más sufre. Este, quien pospuso consumir para poder ahorrar y establecer una renta, sea por retiro, vejez, incapacidad o la razón que fuese, hoy se ve castigado con la reducción práctica de sus ingresos en un 10%, que en adición al natural aumento del costo de la vida, le está erosionando grandemente su calidad de vida.
¡No es asunto de exención de de los primeros RD$240,000; es asunto de eliminar el gravamen al ahorro personal!
Artículo publicado por el economista Frederich Berges, en el periódico El Día, el 3 de abril de 2013.