Luego de la crisis bancaria de 2003, diversos agentes económicos padecen de lo que podría denominarse como “paranoia cambiaria”, evidenciada por una excesiva preocupación por los movimientos de la tasa de cambio en el mercado. Como Director del Departamento Internacional del Banco Central, he considerado pertinente hacer una reflexión sobre la situación cambiaria actual, para tratar de arrojar un poco de luz sobre el comportamiento reciente de la tasa de cambio.
Si bien es normal que exista aversión a la flotación cambiaria después de una crisis de la magnitud de la experimentada por nuestra economía hace nueve años, es importante tener en cuenta que las fluctuaciones relativas del tipo de cambio son necesarias para que economías pequeñas y abiertas como la dominicana puedan absorber los distintos choques externos a los que se encuentra expuesta. Asimismo, es importante aclarar que el Banco Central, siempre vigilante de la trayectoria del precio del dólar, nunca se ha comprometido con una tasa de cambio fija, sino que realiza operaciones de compra y venta de divisas a través de intermediarios bancarios para evitar cambios bruscos y volatilidad excesiva que no reflejen las fuerzas del mercado o pongan en peligro su meta de inflación.
En lo referente al comportamiento del mercado cambiario en las últimas semanas, a pesar de la inquietud expresada por sectores y analistas locales, desde el 1 de octubre hasta el 16 de noviembre de este año, la tasa de cambio de venta en el mercado aumentó de RD$39.34 a RD$40.18, un incremento de 84 centavos, es decir, una depreciación de 2.1%. Cabe la posibilidad de que algunos agentes económicos consideren anormal y hasta lleguen a mostrar preocupación por este incremento considerando que en los primeros nueve meses del año (2 de enero al 28 de septiembre), el tipo de cambio de venta se depreció en sólo 1.2%, pasando de RD$38.87 a RD$39.34, un incremento de apenas 47 centavos. De hecho, durante todo 2012 la depreciación ha sido de solo 3.2%.
Ahora bien, si consideramos que la depreciación de la tasa de cambio de venta entre enero y noviembre de 2008 fue 3.2%, 2009 de 2.1%, 2010 de 3.0% y 2011 de 2.4%, es evidente que lo que sucede en 2012 no rompe con la tendencia del pasado reciente, como también lo han afirmado los economistas Alejandro Fernández y Nassim Alemany en artículos recientes. Por tanto, la trayectoria del precio del dólar desde octubre a la fecha, lejos de mostrar que el tipo de cambio está fuera de control, estaría reflejando una aparente corrección que compensa, si se quiere, una depreciación más lenta durante el período enero-septiembre.
Además, debemos tomar muy en cuenta que el comportamiento de la tasa de cambio es afectado por la época del año en que nos encontremos. Por ejemplo, si analizamos los componentes de la serie de la tasa de venta (tendencia, ciclo, estacional e irregular) entre 2007 y 2012, es muy evidente que en el segundo semestre del año el mayor efecto estacional al alza se observa precisamente en octubre, explicado mayormente por la reposición de inventarios para Navidad. De la misma manera, este efecto es más que compensado por una caída estacional en diciembre debido al mayor flujo de remesas y al inicio de la temporada alta en el turismo. De hecho, para el cierre del año se espera un incremento en el flujo de divisas como consecuencia de una mayor ocupación hotelera.
Por otra parte, hay que recordar que el mercado cambiario, como cualquier otro, se nutre de las expectativas de los agentes económicos. En ese sentido, es entendible que la discusión de la reforma fiscal haya influido en el aumento de la incertidumbre de los agentes económicos como consecuencia del eventual incremento de la carga tributaria. Lo mismo sucedió en las últimas cuatro reformas fiscales (septiembre 2004, diciembre 2005, diciembre 2006 y julio 2007).
A pesar de los movimientos recientes en la tasa de cambio, el peso dominicano sigue siendo una de las monedas más estables de la región, exhibiendo una depreciación consistente con el diferencial de inflación entre el país y Estados Unidos. Por esa razón, mientras que economías como Colombia, México, Perú, Costa Rica y Paraguay experimentan importantes apreciaciones, el desempeño cambiario local ha favorecido la competitividad relativa de las exportaciones dominicanas, que han logrado seguir creciendo en un entorno internacional todavía incierto.
En un plano más técnico, vale destacar que en las recientes discusiones sobre el tipo de cambio real entre la misión del FMI y economistas del Banco Central, particularmente en el análisis de los modelos econométricos estimados, no se observan desalineamientos significativos de esta variable con respecto a su nivel de equilibrio de largo plazo. En otras palabras, la tasa de cambio aún se mantiene acorde con los fundamentos de la economía. Por consiguiente, tampoco deberían esperarse movimientos bruscos en la tasa que busquen corregir distorsiones en la economía. Esto refuerza la idea de que los aumentos recientes se deben básicamente a factores coyunturales y no al inicio de una escalada alcista.
También existe la posibilidad de que algunos pretendan “pescar en río revuelto” acaparando divisas con fines especulativos, como mencionó el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, en su más reciente discurso. Sin embargo, durante los últimos ocho años ha sido evidente el firme compromiso del Banco Central, estando siempre dispuesto a adoptar las medidas necesarias para mantenerla. Por tanto, a los agentes económicos que se tomen su “pastillita”, pues el mejor tratamiento para la “paranoia cambiaria” es la credibilidad de las autoridades monetarias.
El autor es doctor en Economía, Director del Departamento Internacional y exprofesor de la universidad de Illinois.
Artículo publicado en el periódico Listín Diario, el 20 de noviembre de 2012.