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En Loma de Blanco, la sostenibilidad se construye con sinergia

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Desde la Loma de Blanco, en Bonao, se coordina un proyecto integral de desarrollo sostenible que transforma las condiciones de vida de los habitantes de las zonas altas de la provincia Monseñor Nouel, aporta técnicas de producción agropecuaria y canaliza la interacción con las fuentes de financiamiento y cooperación.

La visión que mueve al Centro Ecoturístico Río Blanco, liderado por la Federación de Campesinos hacia el Progreso, la Fundación Popular y la organización Guakía Ambiental, es que la gente del campo, capacitada para producir y comercializar sus bienes en equilibrio con la conservación del medio ambiente, obtenga en su entorno los servicios y comodidades básicos que reduzcan al mínimo posible las necesidades de emigrar a zonas urbanas, en un país donde el 75% de la población se concentra en pueblos y ciudades.

Oportunidades

Para alcanzar el desarrollo sostenible de las zonas rurales, comenta Michela Izzo, directora ejecutiva de Guakía Ambiental, se hacen imprescindibles dos condiciones: abandonar la mentalidad de pobreza (de limitaciones o dependencias), y empoderarse de sus propios procesos de desarrollo.

Mario Vera Barranco cuenta que desde el Centro Ecoturístico Río Blanco se impulsa la cooperación entre pequeños productores para mejorar sus cosechas y comercializarlas como producto terminado. “El punto de mejora es hacia una producción orgánica, para que luego puedan acceder a una certificación y a vender sus productos con mayor valor añadido”, detalla Vera Barranco, encargado de Proyectos de Guakía. Tienen también un proyecto de ecoturismo, en uno de los entornos más verdes y ricos en recursos hídricos que tiene el país.

Conscientes de que estos procesos no resultan duraderos si la juventud abandona el lugar, al programa también se adicionan líneas de fortalecimiento de la educación. Esteban Polanco preside la Federación de Campesinos hacia el Progreso, un conjunto de asociaciones comunitarias de la cuenta del río Yuna. Atestigua de los esfuerzos realizados por el centro no solo para reforzar la educación formal genérica, sino, además, para dotar a sus jóvenes de los conocimientos y técnicas que amerita su integración al desarrollo rural sostenible.

“Nosotros estamos trabajando hace unos cuatro años, con un plan piloto en la comunidad de la Ensenada con una sala de tareas que nos está financiando el Banco Popular; la idea es ampliarlo a tres comunidades, porque ha tenido buenos resultados”.

Cómo llega la solidaridad

Obviamente, aún con el involucramiento activo y la mano de obra de los comunitarios, todos estos proyectos demandan para su impulso de recursos económicos, ya sea de entidades gubernamentales, de fundaciones nacionales e internacionales o del sector privado.

Michela Izzo explica que lo que hace Guakía, además de toda la asesoría técnica y acompañamiento, es servir de anillo de contacto entre la comunidad y el ente financiador o auspiciante de los proyectos, labor que desarrolla no solo en Bonao, sino en muchos otros puntos del país.

Explica que en ocasiones hay instituciones privadas dispuestas a contribuir, pero que no pueden transferir fondos a organizaciones que no cuentan con el registro legal imprescindible para recibir los recursos; en ese caso, Guakía sirve de canal para la recepción. En otros casos, se comprometen a supervisar los fondos que se dan a la organización local.

Destaca también los aportes realizados por el sector privado y en especial los bancos múltiples. “Hemos establecido muy buenos canales de financiación a las acciones comunitarias, específicamente con el Banco Popular, que ha abrazado las iniciativas microhidroeléctricas como uno de los motores de desarrollo y aquí en Blanco es una de las entidades que están promoviendo la iniciativa de desarrollo integral. Pero también estamos teniendo muy buena experiencia con el BHD, por ejemplo, en la recuperación ante los efectos del huracán Fiona, en 2022”.

Red de microhidroeléctricas por todo el país

Otra de las experiencias positivas que Guakía apoya con coordinación técnica y asesoría es la Red Dominicana para el Desarrollo Sostenible de las Energías Renovables (REDSER), más de 50 microhidroeléctricas ubicadas en distintos puntos de todas las regiones del país, que permiten llevar energía eléctrica a hogares tan recónditos o encumbrados donde el sistema interconectado oficial todavía no llega.

Del cambio de vida de la gente en estos lugares donde antes no había servicios de electricidad, los testimonios son bastante elocuentes:

Cooperación:

Miguel Lizardo, presidente de la REDSER

Como está el medio ambiente ahora, la comunidad y la naturaleza deben ir de la mano, en armonía.

Agradecemos al PPS (Programa de Pequeños Subsidios), a través de Naciones Unidas, y a Guakía Ambiente, que son los que se han preocupado por el desarrollo pleno a nivel de las 54 microcentrales hidroeléctricas que tenemos funcionando en el país; eso significa que no puede haber algo más beneficioso que esa integración comunitaria, en función de su misma protección y desarrollo.

Tenemos en la actualidad el proyecto más grande del país, el gran proyecto de la Sierra (para once comunidades de Santiago Rodríguez), denominado Proyecto Paz y Agua, con dos turbinas que las obtuvimos a través del PPS y otra a través de Sur Futuro.

Integración:

Evangelista Encarnación de Montero, Elías Piña, Paraje El Barrero, Asociación A Paso de León, secretaria de la hidroeléctrica.

Si quieren en su comunidad una microhidroeléctrica, tienen que estar asociados, porque dicen en mi campo que la unión hace la fuerza.

Antes de entregarnos esa hidroeléctrica, a nosotros se nos capacitó. Tenemos 78 viviendas impactadas. Antes teníamos que lavar a mano, comprar hielo en el pueblo… No teníamos Internet ni dónde planchar la ropa, y ahora que tenemos la hidroeléctrica, tenemos a acceso a todo lo que hay en el pueblo. La vida nos ha cambiado bastante.

Impacto:

Dany Castillo, comunitaria de La Yuca-Florencio, Rancho Arriba

Es un poco complejo trabajar con las comunidades para proyectos que puedan impactarlas, pero a través del liderazgo que uno desarrolla y del acompañamiento que recibe uno logra socializar las bondades del proyecto y mostrar hasta dónde uno puede llegar.

Nuestro proyecto hidroeléctrico está avanzado en un 70% y representa oportunidades de desarrollo económico, pero también cambio en el estilo de vida de las personas.

En cuanto a la sostenibilidad, tengo la experiencia de que cuando uso mi planta eléctrica, tengo un gasto en combustible, pero con la hidroeléctrica nos ahorraremos gasolina y vamos a tener una energía más limpia, que nos permite cuidar nuestros bosques; es un ambiente más sano.

Este artículo pertenece a la Revista ABANCE
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