Liderazgo y productividad

Cómo gestionar equipos que aprenden

El artículo plantea el aprendizaje como una competencia del mundo laboral actual. Visto como una habilidad de un líder, se presentan 5 prácticas para fomentar la capacidad de aprender con los miembros de un equipo.

El aprendizaje es una de las competencias centrales del entorno laboral actual por dos razones fundamentales. Primero, es lo que nos permite adaptarnos a los constantes cambios del mundo moderno, adquirir las habilidades necesarias para la ejecución de las funciones, propicia el uso de nuevas herramientas y tecnologías y, por supuesto, la promoción. En segundo orden, el aprendizaje y el desarrollo forman parte de las condiciones básicas que demanda el talento en el lugar de trabajo.

El gran problema es que la capacidad de aprendizaje es algo que solemos dar por sentado, asumiendo que el hecho de haber atravesado con éxito distintos grados académicos es evidencia de que aprendemos. Sin embargo, si miramos nuestros métodos educativos vigentes, esto solo sería cierto si el saber estuviese basado completamente en tener la información disponible y comprobarlo en un examen.

El rol de un líder del siglo XXI está mucho más orientado a ser facilitador del conocimiento

La realidad es que el saber tiene mucho más que ver con la acción, con habilidades que hemos incorporado (que quiere decir integrar al cuerpo) y por tal somos capaces de hacer las cosas de una forma diferente. El gran indicador de que hemos aprendido algo es que ha habido un cambio entre lo que éramos capaces de hacer antes y lo que somos capaces de hacer ahora.

Todos los líderes necesitan equipos capaces de aprender constantemente. Cambiar, adaptarse, enfrentar nuevos desafíos o probar nuevos abordajes son todas habilidades que demanda el mundo de hoy para el logro de resultados sostenibles. Todo esto tiene que ver con la capacidad de aprender. Sin embargo, la forma tradicional de liderazgo no impulsa el aprendizaje en los equipos, pues está diseñada para un entorno mucho menos dinámico, de cambios más lentos y de información más velada para el público general.

Se hace, entonces, necesario que los líderes cambiemos la mentalidad sobre lo que nos hace valiosos en nuestros roles, que tradicionalmente se ha entendido como el tener información y respuestas. El rol de un líder del siglo XXI está mucho más orientado a ser facilitador del conocimiento.

Prácticas para fomentar el aprendizaje en tu equipo

Algunas prácticas que puedes integrar en tu liderazgo para impulsar el aprendizaje en tu equipo son:

1. Haz preguntas

Lo que distingue un liderazgo orientado al pasado de uno orientado al futuro es la capacidad de hacer preguntas. Son estas las que crean posibilidades, se orientan a los resultados y sientan las bases para un nuevo aprendizaje.

Cuando en lugar de preguntas, siempre tenemos respuestas, de alguna forma declaramos que no hay nada nuevo que aprender o diseñar juntos. En un mundo que está en constante movimiento, esta forma de estatismo finalmente lleva a una persona, un equipo y una empresa al retroceso.

Cada vez que hacemos una pregunta a un colaborador, lo invitamos a participar en las soluciones, a poner en marcha su capacidad y su creatividad y lo hacemos responsable de la creación conjunta de valor. Esto impulsa el aprendizaje, no solo del colaborador a quien preguntamos, sino de todos los que participamos en la conversación y nos abrimos a nuevas perspectivas a través de la escucha.

2. Permite que tu equipo cometa errores

Culturalmente, interpretamos el error como una falta de competencia. Pero la única forma de no cometer errores es limitarse a hacer siempre lo mismo, de la misma forma, sin atreverse a mejorar o probar nuevas cosas.

La invitación no es a la permisividad o la negligencia. Una condición esencial para que las personas aprendan de sus errores es que asuman la responsabilidad de estos. Cuando logramos cambiar la cultura del equipo del miedo al aprendizaje, esto empieza a suceder, y los colaboradores no solo admiten sus errores, sino que se hacen cargo de buscar las soluciones.

Ciertamente, hay aspectos en los cuales los errores implican impactos muy serios, y los riesgos deben de ser mitigados. Pero cuando tratamos todo de la misma manera, convertimos nuestra gestión en una especie de delicado cristal que no resiste ningún obstáculo. Esto, por supuesto, va en detrimento de la construcción de un equipo resiliente, orientado a soluciones e innovador.

3. Modela el autodesarrollo

Ningún discurso, medida o herramienta será más efectivo que el ejemplo de un líder. Tu comportamiento sienta las bases de la cultura de tu equipo de trabajo. Por tanto, si quieres poner el aprendizaje en el centro, debes de empezar por modelarlo tú.

Esto conlleva el coraje de hacerte vulnerable y responsable ante tu equipo, reconociendo las áreas en las que debes de mejorar y haciéndote cargo de ello. No solo es importante hacerlo, sino también compartirlo de forma transparente para el equipo, de modo que se normalicen las conversaciones de autoconsciencia, desarrollo y responsabilidad personal.

4. Comparte lo que sabes

Ser generoso con lo que sabes es una de las mayores muestras de afirmación y madurez como líder. A muchos se les dificulta compartir abiertamente lo que saben por miedo a que esto pueda representar una amenaza para ellos.

Sin embargo, cuando un líder está conectado con su propósito y la responsabilidad de su rol, comprende que enseñar lo que sabe es su vía más segura para el crecimiento y los logros del equipo, así como para su propia superación como líder.

5. Pide y ofrece retroalimentación

Hacer de la retroalimentación una forma de conversación habitual dentro de un equipo es un catalizador del potencial de sus relaciones, procesos y sinergia. Se convierte en un sistema eficiente de comunicación y optimización continua que impulsa a todos a desarrollar sus capacidades.

Es necesario establecer las normas para no caer en los señalamientos o juicios hechos sin cuidado ni responsabilidad. La retroalimentación siempre debe de ser respetuosa, contar con previo permiso y disponibilidad de quien la recibe y debe ser ofrecida dentro de un contexto de cuidado y confianza.

Tal y como lo previó Peter Block, “el aprendizaje y el desempeño se convertirán en uno, en la misma cosa. Todo lo que digas del aprendizaje, será también sobre desempeño”. Ese futuro ya llegó, y la urgencia de integrar el aprendizaje como una competencia central del liderazgo es ya una realidad ineludible. Con la integración de estas prácticas en la cotidianidad de tu gestión, podrás potenciar significativamente el talento propio y del equipo, y con ello los resultados para los que trabajas.

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