El día dos de abril, Estados Unidos anunció aranceles “recíprocos” sobre 185 países. El mínimo, o arancel “base”, fue 10%, incluyendo a República Dominicana. El cinco de abril fue establecido el arancel base de 10%. Los aranceles adicionales, o “recíprocos”, fueron postergados el día nueve de abril hasta junio, por 90 días.
Los aranceles anunciados no son recíprocos en términos de comercio internacional. Un arancel adquiere esa denominación cuando un segundo país implementa impuestos de importación sobre la misma categoría de bienes.
¿Es un esquema de negociación el que ha introducido Estados Unidos? Negociar acuerdos entre pocos países con Estados Unidos ha tardado mucho tiempo; en ocasiones, años. Luego del periodo de 90 días entrarían los llamados aranceles recíprocos para 60 países. O, tal vez no. Tal como desde febrero lo han demostrado los aranceles a Canadá, México, China y la Unión Europea, esta no es una cuestión de negociación; ni de reciprocidad arancelaria. Es un asunto de imposición.
Repercusión negativa
La intención principal, hasta el momento, ha sido dirigir aranceles muy específicos y, de manera particular, a China. Sin embargo, con el devenir de los acontecimientos, el mundo se está viendo afectado.
Hasta el momento, el proceso de imposición de aranceles, de bajarlos, de anunciar impuestos aduanales adicionales, de demorar su implementación, de las retaliaciones de otros países, ha introducido incertidumbre y daños económicos.
La incertidumbre, por definición, no logra elementos económicos positivos. Los aranceles, como política económica, tampoco. El comercio internacional se basa en el accionar libre y voluntario de las personas. Cuando se interrumpe, por medio de la coacción, aparecen efectos negativos sobre hogares y empresas. En términos técnicos, la disrupción del intercambio entre las personas de diferentes naciones evita las eficiencias que se logran por medio de las ventajas comparativas.
Las respuestas necesarias
República Dominicana se encuentra dentro de la mayoría de los países con el arancel de 10%. Uno de los países afectados, en consecuencia. ¿Qué deberían hacer las empresas locales? Pedir a las autoridades cambios en las políticas públicas. Reformas profundas que bajen costos y hagan de esta economía más competitiva. Es un nuevo mundo, y con aranceles o sin ellos, República Dominicana continúa rezagada en transformaciones estructurales que promuevan la innovación, creación de valor y eleven la productividad promedio de la economía.
Los efectos de la complacencia local, de la inacción, o de pedir protección y subsidios, se dejarían ver, y podrían ser muy perjudiciales para el conjunto de la economía.
Seamos proactivos, y aprovechemos el momento de situarnos entre los más listos, o competitivos, del mundo.
Este artículo forma parte de la serie Reconfiguración del comercio mundial, publicado en la 6ta. edición de la Revista ABANCE.