La lucha efectiva contra el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo (LAFT) comienza con la capacidad de las entidades de intermediación financiera de poder identificar transacciones que puedan ser sospechosas de este fenómeno. A partir de su identificación y posible comprobación, se pueden ejecutar las medidas de mitigación del riesgo prescriptas por la ley, las normas sectoriales y el propio apetito de riesgo de las entidades.
Este proceso implica la identificación de transacciones o patrones de estas que respondan a criterios de inusualidad respecto al comportamiento habitual (perfil transaccional) o declarado (perfil financiero) del cliente. Esta inusualidad puede estar relacionada con los montos de las transacciones, pero también con las jurisdicciones donde suceden, los productos utilizados, los canales por los que son procesadas, la frecuencia, la velocidad de los movimientos, las contrapartes que puedan estar involucradas, entre otras.
Como se observa, esta evaluación multifactorial, aunque pueda ser realizada de manera manual por un ser humano, para poder ser identificada a tiempo y ante la cantidad de transacciones que realizan los clientes todos los días, es más efectivo con el soporte de la tecnología.
Por ello, la tecnología se convierte en aliado vital para lograr una efectiva prevención del fenómeno del lavado de activos y del financiamiento del terrorismo (PLAFT). Más aún en la era actual, en la que la digitalización de los procesos bancarios y el alto nivel de interconexión permiten que en segundos los fondos de los clientes puedan estar disponibles en cualquier jurisdicción y para su uso de forma física (efectivo) o a través de medios electrónicos.
Tecnología: aliada en la prevención de LAFT
En ese sentido, la tecnología ofrece su inestimable ayuda a las entidades financieras en:
- Los procesos de vinculación de nuevos clientes, favoreciendo consultas inmediatas a fuentes de información pública que permiten validar los datos ofrecidos por los clientes relativos a su identidad o fuentes de ingresos, así como alertas ante posibles riesgos reputacionales.
- La determinación, asignación y actualización periódica de la calificación de riesgo LAFT a los clientes, permitiendo que se pueda aplicar una debida diligencia acorde al grado de exposición al riesgo LAFT relacionado con cada uno.
- La revisión de las contrapartes con las que los clientes se vinculan en transacciones interbancarias (locales e internacionales), a los fines de identificar y controlar la realización de operaciones con personas no aptas por su presencia en listas de sanciones nacionales o internacionales.
- El monitoreo de las transacciones de los clientes, comparando estas con las tipologías de LAFT definidas en sus políticas. Estas alertas, una vez revisadas, pueden permitir confirmar que se trata efectivamente de operaciones sospechosas o calificarlas como operaciones inusuales para el perfil del cliente, pero que están debidamente justificadas con la información y documentación de soporte correspondiente.
- La atención de alertas a través de algoritmos de aprendizaje supervisado por máquinas (Machine Learning), donde la inteligencia artificial, entrenada por la humana, indica a los equipos de Cumplimiento en qué alertas debe enfocarse para una gestión más efectiva del riesgo.
- El diseño y seguimiento de indicadores de riesgo LAFT, integrando y analizando todas las variables relacionadas con los clientes, los productos, las transacciones y las jurisdicciones vinculadas a las transacciones, de manera que los tomadores de decisiones de la entidad puedan evaluar estratégicamente la exposición al riesgo y proponer las medidas de control y mitigación adecuadas.
- El análisis de volúmenes masivos de datos para identificar patrones ocultos de transacciones que pudieran exponer a riesgo (Big Data, Inteligencia Artificial, Análisis de Redes).
En la actualidad, una entidad de intermediación financiera (EIF) sin sistemas tecnológicos especializados para la PLAFT es prácticamente imposible. No solo porque es un requerimiento regulatorio, sino porque es la única manera efectiva en que, dada la velocidad de nuestro mundo, puede mitigar el riesgo LAFT en sus operaciones.
Es por esto que, año tras año, las EIF de la República Dominicana dedican recursos financieros y humanos a la adquisición, actualización y operación de sus plataformas de apoyo a la PLAFT.