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Si usted lo rompe, es suyo: artículo de The Economist

Banca mundial. Los Estados Unidos deberían darles a las reglas bancarias mundiales -y a los reguladores europeos dilatorios- una última oportunidad. 

Algunas heridas duelen por años después de ser infligidas. Para los reguladores bancarios, el trauma del colapso hace poco más de cinco años de Lehman Brothers es tan crudo como si acabase de ocurrir.

Lehman se había expandido en el mundo y era manejado como una sola entidad mayormente supervisada en los Estados Unidos. Su desintegración provocó rencor en casi todo el mundo. Gran Bretaña se quejó de que se le permitió tomar US$5 mil millones en efectivo de sus operaciones londinenses apenas unos días previos a la bancarrota. Alemania protestó porque el Bundesbank había sido afectado con incumplimientos de cerca de €8 mil millones (US$11 mil millones) en préstamos que el banco central le había hecho a la subsidiaria alemana de Lehman.

Desde entonces los reguladores en todo el mundo han hecho mucho para evitar una repetición. Muchas de sus acciones, tales como obligar a los bancos a mantener más capital, han sido sensatas. Pero los creadores de las reglas calladamente han estado también repartiéndose el sistema financiero mundial.

Gran Bretaña está obligando a las operaciones locales de bancos extranjeros a mantener más capital. En Alemania los reguladores les han comunicado a las subsidiarias de los bancos holandeses e italianos no enviar efectivo fuera del país. Pero la mayor movida podría ocurrir en los Estados Unidos, donde la Reserva Federal dentro de poco publicará reglas para gobernar las operaciones de los grandes bancos extranjeros que, de hecho, crearán un muro alrededor de los mercados financieros estadounidenses.

Esta carrera para reducir los riesgos presentados por el colapso de grandes bancos extranjeros es comprensible. Los políticos son responsables ante los contribuyentes en sus países. Y, en vista del tiempo que le ha tomado a Europa en organizar su propio sistema bancario, ¿quién puede culpar a los estadounidenses por desear aislarse de sus problemas? Los bancos europeos todavía están subcapitalizados comparados con sus pares estadounidenses. En un escenario ideal, el obligar a Barclays o al Deutsche Bank (sin mencionar a prestamistas alemanes más débiles) a tener un capital mayor haría al sistema completo más seguro en todas partes.

Pero la realidad no es tan sencilla. Para empezar los europeos podrían perfectamente tomar represalias. Los grandes bancos franceses ya están cabildeando ante la Comisión Europea para que imponga restricciones que mantendrían a JPMorgan y a Goldman Sachs fuera de los mercados de bonos franceses (aun cuando los bancos estadounidenses están mejor capitalizados). Eso fragmentaría las finanzas mundiales.

El crear barreras a los sistemas bancarios aumentará los costos de los préstamos, especialmente en las economías pequeñas o de rápido crecimiento que necesitan importar capital. Reducirá los rendimientos de los ahorrantes en países con un exceso de ahorros.

McKinsey, una consultora, considera que sistemas bancarios fragmentados podrían recortar el crecimiento mundial en cerca de 0.5 puntos porcentuales por año. Y un sistema más fragmentado, aun con bancos locales mejor capitalizados, no es necesariamente más seguro. El riesgo será más concentrado si los bancos no pueden repartirlo alrededor del mundo, y los fracasos serán más comunes si no pueden mover capital para rescatar a las unidades con problemas.

Apresúrate a esperar

La impaciencia de la Reserva Federal (Fed) con Europa es comprensible. Los Estados Unidos limpiaron sus bancos y Europa no lo ha hecho. Los reguladores europeos necesitan emplear la próxima revisión de la calidad de los activos del Banco Central Europeo para mostrar que están seriamente comprometidos a hacerlo.

Pero incluso los estadounidenses admiten que el mejor sistema, para los grandes bancos, es uno mundial, y que hay formas de hacer un sistema mundial más seguro. Los bancos podrían ser obligados a tener estructuras que manden las pérdidas de sus subsidiarias a la casa matriz y enviar capital a las subsidiarias con problemas. Grandes cojines de equidad y de rescate de la deuda mantenidos centralmente reaseguraría a los reguladores.

Para que eso ocurra, se necesitan acuerdos formales entre los centros financieros principales. El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), un club de supervisores y bancos centrales, está fomentando estas ideas, pero ni los estadounidenses ni los europeos han hecho suficiente para empujarlas. Si los europeos se dedican seriamente a limpiar sus bancos, los estadounidenses deben hacer un último y genuino intento de propiciar que las reglas mundiales del FSB funcionen.

El crear barreras a los sistemas bancarios aumentará los costos de los préstamos, especialmente en las economías pequeñas o de rápido crecimiento que necesitan importar capital.

Artículo de The Economist publicado y traducido por Diario Libre.